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Opinión

No hace falta manchar la minería, otra vez (por Julio Turcumán)

. | 27/06/2021
Julio Turcumán

Las declaraciones a Diario De Cuyo de la mandamás del PRO nacional, Patricia Bullrich, sacudieron a la oposición sanjuanina y dejaron jugosos párrafos para repasar. En una caprichosa escala de menor a mayor, el primer y más obvio extracto para destacar es el que lo tiene como protagonista a Eduardo Cáceres, quien se había hecho alguna ilusión de volver a postularse luego de apoyar públicamente a Horacio Rodríguez Larreta en la interna con Mauricio Macri. El rubio deberá revisar su estrategia, porque ahora tiene enfrente un «no» público de la jefa de su partido. El segundo jugoso párrafo, es el que asevera que el PRO nacional está reclamando un lugar de preferencia en las listas de Con Vos, lo que no cayó muy bien en Producción y Trabajo, donde tenían reservado otro casillero para los amarillos sanjuaninos. Pero lo que llamó más la atención es que Bullrich puso como condición no negociable el apoyo a la minería de todos los dirigentes que quieran identificarse con Juntos por el Cambio. Esta posición, de movida, obligó a dos históricos críticos como Marcelo Arancibia y Alfredo Avelín Nollens a intentar cambiar de botas en medio del río, algo imposible de hacer sin mojarse. Pero ojo, porque antes de ser la que todos conocemos hoy, Bullrich fue una crítica a la minería, y antes también fue montonera, menemista, de la Alianza, y ahora macrista. Ojalá que esta vez mantenga su discurso, aunque cuesta ponerle expectativa.

Patricia Bullrich, siendo adolescente, participó de Montoneros, el brazo armado del peronismo de izquierda. Según distintos estudios históricos estuvo en la Masacre de Ezeiza y también cuando Perón echó a los miembros de Montoneros de la Plaza de Mayo. Después se la vinculó a distintos hechos estruendosos asociados a la política y hasta con delitos comunes, pero de eso no hay registros serios. Cuando llegó la democracia, allá por 1983, se acercó a Antonio Cafiero, de larga trayectoria en el Partido Justicialista: fue secretario Político del Consejo Supervisor del PJ, director del Consejo de Planificación de tal partido en 1971. De 1986 a 1991 fue presidente del Consejo Provincial del PJ en Buenos Aires y de 1987 a 1990 presidente del Consejo Nacional Justicialista. A partir de ese año desempeñó el rol de secretario General del bloque de Senadores justicialistas. En pocas palabras, un peronista de ley.

En 1993, y de la mano de Cafiero, Bullrich fue elegida diputada por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) en la lista encabezada por Erman González y Miguel Ángel Toma, lo que derivó en un apoyo irrestricto a las políticas adoptadas por Carlos Menem. Es decir, fue menemista. Perdón, muy menemista. Después de un paso breve por la Municipalidad de Hurlingham (Provincia de Buenos Aires) con Juan José Álvarez (ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos durante la presidencia de Eduardo Duhalde) y de ocupar un cargo en el Gobierno bonaerense de Duhalde, Bullrich se cruzó sin escalas a la Alianza siguiendo a un joven Antonio «Antonito» de la Rúa y a Fernando de Santibañes, exjefe de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE).

En 1999, con Fernando de la Rúa ya Presidente, ocupó una Secretaría en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. Después creó el partido Unión por la Libertad, con el que enfrentó a Macri por la Jefatura de la Ciudad de Buenos Aires. En esa elección sacó menos del 10% de los votos y Macri, quien resultó electo, obtuvo el 37. En el año 2007, el partido Unión por la Libertad se integró al frente Coalición Cívica de la combativa Elisa Carrió. Ese mismo año Bullrich encabezó en dicho partido la lista para Diputados por CABA para el periodo 2007-2011. Tras la renuncia de Elisa Carrió a la Coalición Cívica, la alianza con Unión por Todos se rompió. Hoy Bullrich y Carrió siguen enfrentadas: la exministra de Macri representa el ala dura y Carrió apuesta a María Eugenia Vidal y Rodríguez Larreta para 2023, dos más «dialoguistas».

Como se verá, la presidenta del PRO ha tenido un pensamiento político un poco trasiego, algo que lamentablemente es muy común en la dirigencia argentina. En el oficialismo nacional se ve también y con frecuencia escandalosa: Néstor Kirchner y Cristina Fernández supieron adorar a Menem alguna vez, entre otros.

Bullrich, no recuerdo qué año, vino a San Juan traída por distintos dirigentes críticos al gobierno de José Luis Gioja. Y recuerdo un cruce con ella en Radio Sarmiento. Ella aseguraba que la minería era una actividad contaminante per se y que había que erradicarla. Habían pasado algunos pocos años del inicio de actividades en Veladero, en 2005, y habían muchos más sanjuaninos «antimineros» de los que hay ahora. Ella intentaba pegarse a ese discurso para captar la atención de esas personas, pero lo hacía sin información y desvirtuando datos técnicos, como era frecuente en aquella época. No se lo permití y se enojó. En resumen, yo no cerraría las puertas a otro cambio de parecer de Bullrich, las pruebas demuestran lo contrario.

MINERÍA

Hablando de minería y comunicación, bien vale la pena dedicar algún espacio a los amigos del proyecto minero Josemaría. Los representantes del grupo Lundin cada vez reciben más cuestionamientos y críticas por cómo comunican y pareciera que creen que hablando de generalidades pueden responder en forma genérica a preguntas específicas que tienen la particularidad y la dimensión de convertirse en graves crisis. San Juan necesita el desarrollo del proyecto Josemaría y el grupo Lundin dentro la provincia, de eso no hay dudas. Las autoridades y las cámaras empresarias de todo el espectro económico y de las más diversas actividades quieren que se desarrolle el proyecto.

Sin embargo, lo que está causando mucho malestar es la forma en que se mueve la empresa Deprominsa (subsidiaria de Lundin) en algunos ámbitos, en especial por la política de comunicación que ya adoptó, al parecer, lo peor de las prácticas comunicacionales de las empresas mineras.

Contrató un ejército de consultores extranjeros (sólo alcanza con ver el listado que detallaron acompañando a su informe de impacto ambiental) pero ninguno de ellos especializado en temas de comunicación y ni que hablar de alguno que conozca la cultura local. Por eso no sorprendió el palazo que recibieron el viernes cuando desde la comisión que evalúa el informe de impacto ambiental les remarcaron que resultaba asombroso que no hayan sumado a sus equipos a un sociólogo local para que les explique nuestras costumbres y, de esa forma, que pudieran entender cómo se empatiza, cómo se gana transparencia y credibilidad a la hora de comunicar. La comunicación, en este rubro, es algo cada vez más fundamental. Sin licencia social no hay minería. Y la licencia social se gana enseñando. Y para enseñar, hay que saber comunicar.

En palabras de los que estuvieron presentes en la reunión de la comisión hubo hasta vergüenza ajena por la poca seriedad que le dan a los temas sociales y de comunicación que se evidenciaron con respuestas evasivas, sin sustento fáctico y que se convirtieron en la confesión de que estos temas no aparecen por ahora en su radar. Está claro que no dimensionan la importancia de la comunicación en la minería y si lo hacen apuestan a que llegada una crisis sea el gobierno y sus comunicadores los que paguen el costo político de tener que explicar lo que hicieron y cómo lo hicieron.

Aseguran en Casa de Gobierno que este tema no pasó desapercibido por el equipo de Sergio Uñac. Incluso en torno a la reunión del Gobernador con Alfredo Vitaller, CEO del grupo Lundin en Argentina, se manifestó lo peor de esta estrategia: «la empresa no habla, habla el Gobierno», me respondió alguien a quien prefiero no identificar. Después hubo dos datos, nada más. Pésima estrategia. Retrocedemos más de 20 años. Casi a la misma velocidad que la camaleónica Bullrich.

LA POLÍTICA

Lo de la exclusión de Cáceres era casi una obviedad, pero hacía falta que alguien lo gritara. Como es amigo del presidente del PRO sanjuanino, Enzo Cornejo, nadie hablaba del tema. Lo hizo Bullrich y fue tajante: hasta que no haya resolución judicial por la denuncia que le presentó Gimena Martinazzo, Cáceres no puede ser candidato. No habrá resolución rápida, todos lo sabemos. Además, si hubiera fallo antes de que venza el plazo de anotar candidatos, estoy seguro que Cáceres debería buscar hasta partido político propio para poder presentarse, porque ni siquiera dentro del suyo lo acompañarían. Es increíble cómo se comió su carrera política en solamente diez años.

Bullrich también habló de la lista de Con Vos, y dijo que pretende un lugar de expectativa para el PRO. Eso no cuaja en el entorno de Marcelo Orrego, quien sigue convencido de que Producción y Trabajo merece los dos primeros lugares de la lista. Fabián Martín dijo días atrás que probablemente permitan que los otros socios, PRO y UCR, entre otros, presenten otra lista mezclando candidaturas, algo que suena razonable ante la imposibilidad de acordar con todos los partidos en una lista de unidad. También Cornejo apareció con fuerza: después de Bullrich cuestionó la inclusión de Consenso Ischigualasto, el grupo opositor que tiene entre sus filas a José Peluc, a cargo de la sede local del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom). Cornejo, y varios, dicen que no pueden ser opositores y acordar con un funcionario de Alberto Fernández, a quien van a criticar con fuerza en la campaña. Algo de lógica tienen.

Como se verá, los políticos han avanzado varios casilleros estas semanas y están en etapas definitorias. A todos se les pide cordura. No es tiempo de jugar con la minería, que está a punto de ponernos a los sanjuaninos varios pasos más adelante que cualquier otra provincia. Hablamos de miles de empleos y de miles de millones de dólares de inversión. Una vez en la vida, seamos serios.

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