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Katy Perry acaba de publicar “Smile”, su quinto álbum de estudio que no ha sido bien recibido por la crítica. Ahora bien, la pregunta que debemos hacernos es, ¿qué esperamos de un disco pop? La respuesta es entretenimiento. La otra pregunta es ¿“Smile” entretiene? La respuesta es SI. Fin del asunto. Si el disco es más o menos bailable que los anteriores, si gusta más o menos, esa es otra discusión, el tema es que logra su propósito. Lo cierto es que el pop debe básicamente entretener, en algunos casos incluyen letras irónicas, punzantes, ácidas, porque al fin de cuentas el humor es también parte del entretenimiento. Cuando el pop baja el ritmo y toma forma de balada, es entonces cuando habla de amor, en algunos casos hace llamados de conciencia, trata problemáticas sociales y se torna más reflexivo.

Lo cierto es que la picadora de carne no perdona el éxito y eso es lo que le reclaman a Katy Perry, que su nuevo disco no sea como los primeros. El planteo es tan absurdo como gracioso, ¿a quién se le ocurre pensar que después de padecer el éxito y con más de 12 años de carrera, alguien no cambie?

El éxito no se perdona, y después se exige un éxito similar. No le perdonaron a Lady Gaga que se apartara del pop bailable con un disco tan honesto y sincero como “Joanne”, de modo que para su último álbum, “Chromatica”, volvió a la pista de baile. En Argentina no estamos exentos, a Fito Páez nunca le perdonaron el éxito de “El Amor Después Del Amor”, y alguien podrá decirme que yo también caí en la crítica a Páez, la respuesta sí, pero una cosa es criticar algo de un disco y otra cosa es matar al artista.

En Estados Unidos están destrozando a Perry por las letras de “Smile”. Salvando las distancias, hay grandes artistas con letras super cursis, re-chichés, a ellos nadie les echó en cara las letras. Michael Jackson, Phil Collins, los mismos Beatles de los primeros años, por mencionar solo algunos, tuvieron letras cargadas de cursilerías, y eso no les quitó genialidad. Las cosas por su nombre.

Dicho esto, poca importancia debe estar dándole Katy a las críticas ya que no solo está pasando un muy buen momento personal sino que además fue mamá. Dos días antes del lanzamiento de “Smile” nació Daisy, su primera hija, con cuyo nombre juega en la letra de “Daisies”.

En “Smile”, Perry suena confiada y vuelve al pop brillante. Habiendo hecho caso omiso a las críticas pasadas, irradia una nueva sensación de optimismo.

El disco abre con “Never Really Over”, una de las mejores canciones de Perry en años. “Not The End Of The World” está demasiado inspirada en el hit del grupo Steam, “Na Na Hey Hey Kiss Him Goodbye” (1969), al punto que nobleza obliga, deberían haberlos incluido en los créditos. En “Champagne Problems”, Katy celebrar el gran momento que está pasando con su pareja.

“Teary Eyes” y “Tucked” son otros de los buenos momentos del disco.

Hay algo que digo siempre: “Las críticas de discos son sólo eso, críticas. Es una persona diciendo qué le pareció un disco, es tan solo una opinión”. Puede ser del más respetado crítico o de quien escribe estas líneas. En este caso tanto en Estados Unidos como en Inglaterra le están bajando mucho el precio a este disco y no lo merece. La última palabra es del público, los viejos o nuevos seguidores, porque para las compañías “consumo mata crítica”. Aunque a decir verdad, que un disco sea muy escuchado tampoco habla de su calidad.

Katy Perry se animó a hacer un disco fresco, alegre y colorido mientras transitaba su embarazo, y lo hizo bien.

Por Leonardo Muro

#KatyPerry #Smile

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