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Opinión

Los mineros que no juegan para San Juan (por Julio Turcumán)

. | 11/09/2022

La minería volvió a ser noticia esta semana por la protesta de pequeños comerciantes y dueños de minipymes del Norte sanjuanino, quienes mostraron su descontento con la empresa Lundin, propietaria del proyecto Josemaría, por los contratos que demandará ese emprendimiento minero. Ese reclamo contagió a otros proveedores que, coincidentemente con los primeros, creen que Lundin los pasará por arriba en el reparto de negocios al contratar servicios o comprar insumos en otras provincias. La empresa respondió que aún no cierra acuerdo con nadie y que todo está en revisión. Respuesta que podría (o no) impulsar un rumor que sobrevuela algunos despachos oficiales y oficinas de ejecutivos vinculados al sector: la compañía no cierra contratos todavía, sencillamente porque está teniendo más problemas de los calculados para conseguir los recursos económicos que demanda el gigante de cobre. Es más, algunos arriesgan que el traspié de Lundin en Chile con la mina La Candelaria podría impactar de lleno en los negocios que tienen en San Juan. Atado a eso, el Gobierno provincial empezó una serie de intimaciones a las empresas que tienen proyectos adjudicados en San Juan y que no se mueven para explotarlos, algo que llamó la atención en la minería de este país y fuera de él, y que despertó furia en la Cámara Minera de San Juan. Los megamillonarios de cabotaje parecen más preocupados por proteger a los inversionistas que a los recursos y personas con las que conviven todos los días.

En este entorno, los representantes de la minería autóctona tienen un desafío especial. Se vienen las elecciones en su seno y se verán obligados a optar por mantener el oportunismo de Mario Hernández, o buscar un liderazgo que ponga a la institución frente a los desafíos que tiene la actividad más allá de algunos negocios personales, esos que todos desprecian en público, pero que buscan afanosos en privado. Esa metodología, la de hacer y decir cosas distintas, es la misma que usan frente a los funcionarios del Gobierno local, o el nacional. En los cafés son críticos pero luego se allanan ante cualquier llamado, olvidándose de lo que dijeron primero. Pasa con el actual ministro de Minería, Carlos Astudillo, por ejemplo, a quien los empresarios de la Cámara le tiraron toneladas de críticas por la filtración de las intimaciones impuestas a empresas que toman las propiedades mineras para negocios financieros en las bolsas sin poner la plata, quienes se comprometieron y firmaron planes presentados al gobierno y que hasta el momento no cumplen. La presión que ejercieron sobre Diario de Cuyo para conocer la fuente que se usó en la información y para pedir que el medio borrase lo escrito, resultó dato revelador: la Cámara Minera prefiere que las empresas hagan negocios en bolsas internacionales con los recursos de los sanjuaninos, a que pongan plata en la provincia. El Ministerio de Minería, según fuentes vinculadas al sector, envió más de una docena de intimaciones. Entre ellas a Glencore, copropietaria de Pachón, quienes vienen con más promesas que la Difunta Correa para desarrollar el gigante calingastino. También a los dueños de Hualilán, que están contra las cuerdas por los mismos motivos, si es que no avanzan en breve con la información ambiental. También a los dueños de Azules, que deben trabajar para desarrollar su proyecto, o los de Altar -de la empresa Aldebaran- que también están en la mira por falta de inversión. Sólo se conocieron esos nombres, pero hay varios más.

Lo que los sanjuaninos necesitamos es que los planes de esas empresas se transformen en trabajo y desarrollo para San Juan. Vaya a saber qué pasa por la cabeza de algunos de los miembros de la Cámara Minera, quienes prefieren que se los adule con los programas de Desarrollo Sustentable cuando la mayoría de esas acciones son una imposición de la que deben dar cuenta todos los años al mismo gobierno por condicionamientos en cada uno de sus informes ambientales. Este solo hecho amerita una renovación total en médicos, economistas, abogados y contadores que, tras fracasar en sus profesiones, creen que la licencia para operar es pan comido, al tiempo que hacen fila para contar fracasos en Iglesia, Jáchal o La Rioja, por sólo citar algunos ejemplos en los que enterraron a sus empresas en forma estrepitosa.

A los tremendos problemas que se carga la dirigencia gremial empresaria del ramo minero hay que agregarle lo que sucede con los proveedores y los contratos de Josemaría. Todos están nerviosos y esperan que les llegue algo de los 4.100 millones de dólares que, según Lundin, va a invertir en la construcción de la mina.

Si le faltaba algo a las demoras que arrastra la construcción de la mina de cobre, se filtró esta semana el dato de que una de las complicaciones que enfrenta Lundin son los problemas ambientales de la mina La Candelaria, en Chile, ya que era la que en parte estaba entregando recursos que apalancaban el financiamiento de Josemaría. Esa mina chilena está suspendida desde hace dos meses por un hoyo gigantesco que apareció y desencadenó todo tipo de sanciones del gobierno chileno. Todo mundo sospecha que hubo un mal manejo de la compañía Lundin. El rumor de que los propietarios de Josemaría no consiguen la plata, son cada vez más fuertes. Ojalá que todo sea un invento malicioso.

Lo que tampoco entienden los empresarios sanjuaninos es que las autoridades se están cansando de que sólo hagan negocios con la exploración. Se trata de un negocio multimillonario que mantuvieron escondido en los últimos años y que les permitió aplastar el desarrollo sanjuanino para trabajar con empresas de Mendoza o de Salta, que en promedio se llevaron entre 200 y 300 millones de dólares por año.

Nunca hubo una preocupación por el compre local o el desarrollo de los proveedores en este ámbito y eso tiene un par de responsables que ocultaron estas oportunidades vaya a saber con qué intereses, para beneficiar a empresas foráneas que abren y cierran oficinas de septiembre a abril todos los años.

Jamás se expresaron en forma pública desde la Cámara Minera respecto a la necesidad de desarrollar estos proveedores que rodean a la exploración. Parece que siempre fue más importante mirar para otro lado y mantener a las mismas empresas, no importa si tuvieran origen en provincias antimineras. Eso les duele y eso es lo que promete terminar.

Estos silencios de los negocios de la exploración sólo existen en su seno, ojalá entiendan que el tiempo se acabó para estas sumisiones que sólo exponen su miseria. Esa que no se cansan de utilizar en temas de comunicación y de desarrollo sustentable.

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