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Opinión

El misterioso juego de los bloquistas (por Julio Turcumán)

. | 02/10/2022

Cada vez con mayor frecuencia surge entre los dirigentes del peronismo una inquietante pregunta: ¿cuál es el juego de los bloquistas? Para sostener la aparición de semejante cuestionamiento hacia uno de los principales socios del Frente de Todos, fundamentan que hay acciones de los hombres del partido de la estrella que terminan impactando negativamente en la sociedad del Frente hacia adentro y hacia afuera, y citan ejemplos: el pedido de informes de un concejal bloquista en Rivadavia casi termina en escándalo en la Cámara de Diputados; la pelea de Luis Rueda con Graciela Caselles estuvo cerca de provocar un enfrentamiento del gobernador Sergio Uñac con el Gobierno nacional por una votación en el Congreso; los cruces en Chimbas entre Andrés Chanampa y la familia Gramajo estuvo a una reunión de provocar la salida de la vice del PJ provincial. Es un juego peligroso, de eso no hay dudas, pero dicen que efectivo a la vez: los hombres de Cantoni y Bravo juran que por primera vez en mucho tiempo tienen posibilidad cierta de encarar una elección en soledad, que no será la del año que viene, está claro, pero probablemente la de 2025 o 2027. La pregunta de fondo, que ni bloquistas o peronistas quieren hacerse ahora, es si ese pretencioso posicionamiento del bloquismo le sirve también al Frente de Todos para encarar con cierto éxito la elección del año que viene, complicada per se.

La participación en listas o no del bloquismo en la elección del año que viene divide aguas puertas adentro del Frente de Todos. Hay dirigentes del PJ uñaquista que piden que Rueda compita para apoyar a Uñac en la juntadera de votos de Lemas, pero hay otros que consideran que para evitar roces que perduren en el tiempo e impacten en la alianza, es preferible que el joven pocitano juegue en algún municipio y, si es uno que el peronismo no tiene como Rivadavia, mucho mejor aún.

Mientras los peronistas manosean su nombre, Rueda guarda silencio y relojea su interna que, por ahora, es lo que más lo desvela. Tiene dos rivales más o menos visibles: el intendente Carlos Roberto Maza Peze, quien ya intentó competirle por la conducción del partido, y Enrique Conti, un enemigo que el propio Rueda se ganó casi sin necesidad. Esos sin contar a la filosa Caselles, un oxímoron de lealtad.

La cuenta que sacan el secretario del Gobernador y su entorno es que si deciden ir por un cargo de expectativa como Intendente o Gobernador y pierden, pondrán en riesgo la presidencia del Partido Bloquista. Es una cuenta algo rara, hay que admitirlo, pero válida en esta ensalada que es la política actual. El otro problema, aseguran, es Conti. Los hombres que rodean al hoy vocal del Tribunal de Cuentas dicen que «El Patón» estirará los tiempos lo más que pueda, pero que tiene decidido jugar. No quiere la Capital, quiere la gobernación. Sabe que no ganará, pero le seduce una cierta posibilidad de venganza luego de haber sido expulsado del partido que lo contuvo toda la vida, del que tiene miles de anécdotas y por el que se jugó hasta la profesión, según dicen sus salieris. ¿Por qué presionaría a Rueda una candidatura de Conti? Los «códigos políticos» del bloquismo parecen indicar que si un dirigente que fue expulsado del partido compite por la gobernación, incluso sin chances como Conti, obliga al presidente bloquista a obtener más votos, de la forma que sea, o a pelear en una categoría electoral igual o superior. Una especie de medición machirula de la vieja política, aplicada a la actual. Inentendible, pero real.

De participar en una candidatura, sobre todo a la de gobernador, Rueda deberá pegar un portazo e irse de su cargo de Subsecretario de la Unidad Gobernación. Él lo sabe y se lo hacen saber también muchos peronistas, celosos del puesto y lugar político que ha logrado el bloquista a pesar de su corta edad. Lo que el partido debería pensar es qué arriesga como grupo y cuánto podría ganar. Si Rueda participa, lo más probable es que pierda, y con esa derrota también su injerencia en las cuestiones de Gobierno, sus posibilidades de manejar poder para los suyos. Es una apuesta demasiado fuerte y quizás muchos en el peronismo esconden esa ilusión: sacarse de encima al «foráneo» que ocupa un lugar «de ellos». Si participa, Rueda sabe que será una prueba más de lealtad hacia Uñac, pero sin que ello merezca algún tipo de premio especial. Uñac sabe que quizás esta sea la última elección del bloquismo como aliado y empoderar a un futuro rival, no es de personas inteligentes.

La idea del bloquista, dicen, es mantenerse en la política pero esperar a la próxima elección, o la posterior. Mira cada vez con mayor gusto la Cámara de Diputados. Sabe que tiene que irse de donde está, por más que Uñac continúe como gobernador cuatro años más. Ese cargo al lado del Gobernador lo terminará limitando tarde o temprano, si es que no lo está haciendo ahora mismo. Si quiere crecer deberá despegarse de su mentor. Eso lo admiten desde ambos bandos. En definitiva parece que el juego de Rueda y sus muchachos es el de siempre, mejorar la imagen para en algún momento jugarse. ¿Está en condiciones políticas el bloquismo de jugarse una elección en soledad? Habría que verlo en detalle, pero parece que hoy ostentan el mejor posicionamiento desde 2007, cuando se firmó por primera vez el acuerdo entre peronistas y bloquistas. Podría ser el momento.

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